Para Gato.

Citación :

He leído vuestros precedentes mensajes, y, si me lo permitís, quisiera explicaros algo, aún a riesgo de resultar peliculero. Procuraré ser breve:

Recuerdo que era una de esas mañanas como las del día después de una buena lluvia. El aire estaba muy limpio. Parecía que se veía más lejos, y todo. Era domingo por la mañana; y, como cada domingo por la mañana, íbamos a jugar a fútbol. Jo, qué mal lo hacíamos; pero disfrutábamos como enanos. Era un día precioso, y olía a campo mojado, lleno de rocío.

Estábamos en ello, sudando, gritando, jadeando, y sucios de tierra hasta la coronilla. Pero éramos más bien felices. Entonces, vimos que se acercaba algo moviéndose extrañamente. No acertábamos a ver qué era. Y, hasta que no estuvo bastante cerca, no lo identificamos. Era lo que había sido un gato.

Le habían cortado los bigotes, y los pelos de las cejas. Le habían cortado el rabo. Lo habían apalizado; tenía muchos huesos rotos. Le habían cortado las puntas de las orejas, aparentemente con unas tijeras. Le habían arrancado las uñas. Todas las uñas. Le habían partido los dientes. Y lo habían rociado con gasolina, generosamente, para quemarlo vivo. Sabe Dios cómo escapó de eso. Ah, pero, antes de intentar quemarlo, también le habían arrancado los ojos. Me pregunto cuántos días emplearon en todo eso, y cuantas personas intervinieron en ello.

Todos nos quedamos mudos, y éramos incapaces de reaccionar. Yo me acerque a ese despojo, y pude ver que la sangre de su boca no procedía únicamente de sus dientes rotos. Se estaba ahogando con su propia hemorragia interna, sin remedio. El sonido de su difícil respiración producía angustia. Además, había estado lamiéndose la gasolina de su muy chamuscado pelaje. Y tenía convulsiones.

Lo acerqué a una losa que utilizábamos como poste de portería de fútbol. Y se la coloqué a modo de almohada. Me concentré todo lo que pude, para ser completamente eficaz, y le aplasté la cabeza con una gran piedra. Conseguí que no sufriera nada. Conseguí que no sufriera más.

Pienso que, quienes hicieran aquello con aquel gato, no habían comenzado su andadura con él. Siempre se empieza por algo.

Yo tenía catorce años, y fue la última vez que lloré.

Distingo perfectamente lo que está bien, de lo que está mal. Y hay cosas acerca de las cuales no asumo ni medias tintas, ni intentos de comprensión.

Adiós.


Gatonegro.

Esto mismo tenía para contar yo tb, y me he quedado perpleja al leerte a tí, Gatillo. No traje mi experiencia por dos razones, una por eso que dices, no me fueran a tomar por peliculera, bastante tiene una ya con titos héroes y maravillosos. La segunda pq fuí una cobarde.

Lo abrevio y cuando me lea Mog, si es que el muy cabrito se digna a venir a tomar té con pastas alguna tarde, imagino su asentimiento.

En mi caso tenía 16 años, gato, y afortunadamente no tuve que ver tanta crueldad. Era un cachorro de perro, de unos 4 meses, y lo encontramos haciendo footing mi mejor amigo y yo. Parecía atropellado, deshecho, y nos miraba. Yo directamente me dí la vuelta y me tapé la cara, llorando. Mi amigo fué más humano he hizo lo mismo que tú, no daré explicaciones.
Sólo quería decirte que han pasado una barbaridad de años y que cada vez que recuerdo ésto y aunque hace mucho que no lo he vuelto a ver, se me avivan las brasas sistolico-diastolicas y recuerdo que le quiero, esté donde esté, mi amigo -creo que en brasil con una tiarraca guapísima-. Estudió antropología pocos años después.
Pues eso, que siempre que recuerde tu gesto mis sistoles me transmitirán la información y me recordarán lo mucho que aprecio a mi amigo el gato, al que no conozco ni falta que hace.

Todo un caballero y una gran señora.

Tello.