Supongo que habrás visto en Altamira esto:
http://www.spainisculture.com/en/obras_de_excelencia/museo_nacional_y_centro_de_investigacion_de_altamira/aerografo.htmlEl truco consiste en que los dos tubos formen un ángulo inferior a 90º.
Y que el tubo vertical no sea demasiado corto ni largo: unos 10 cm de largo para un diámetro interior de menos de 10 mm.
Si es más largo, no hay manera de producir el vacío que proyecta el pigmento.
Si es muy corto, el líquido burbujea y salpica y lo pones todo perdido.
El tubo soplador puede ser algo más largo, (15-20 cm) y así no te bebes la pintura en cuanto te mueves algo.
Cuando yo hacía cosas de pintura en talleres prehistóricos, usaba pigmentos naturales (ocre, óxido de hierro, negro de humo, tierra de Siena...) diluídos en agua con cola de colágeno.
El color se fija bien sobre el soporte, pero sale frotando con agua caliente.