Muy interesante, Marcel. La clave es la capacidad de observación del genero homo y su curiosidad innata por lo que ocurre de manera no esperada.
Que el palito con el que habían removido el mejunje decorativo ardiera mucho más rápido de lo esperado, al arrojarlo a la hoguera, no iba a pasar desapercibido para esa mentes despiertas. De ahí a usarlo con fines térmicos solo hay un paso.
Siempre me ha parecido que igual que el ojo detecta rápidamente el movimiento, el cerebro capta igual de rápido lo inusual, lo inesperado, la excepción de la regla, lo que no encaja.
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...entonces, el simio se puso en pié y cogió una roca...