Todo empezó este verano una tarde de barbacoa junto al rio.
Quedamos varias parejas con 6 niños.
Naturalmente, desde que llegamos el único divertimento que encontraron fué cruzar el rio de parte a parte saltando por las piedras.
Sabíamos que era inevitable que alguno mojara, pero pronto las espectativas se quedaron pequeñas. Poco a poco fueron metiendo una zapatilla aquí, otra allá, y a salpicarlo todo, con lo que las piedras se fueron humedeciendo y volviéndose resbaladizas. Aún tras prohibirles que siguieran cruzando, si no era por un resbalón era por un empujón, pero cada 10 minutos salía un crio tiritando con los brazos en cruz, empapado y llorando a moco tendido. ( sobre todo Jesús, que mojó mas veces que otro poco).
En cuanto tuve ocasión salí huyendo del estrés y me adentré a explorar un poco el monte. No había nada que ver, en principio pues era un ocalital, pero en aquel momento había que estirar un poco las piernas y sobre todo también la cabeza.
Pronto empecé a ver una vegetación inusual. Multitud de varas de árboles jóvenes crecían invadiendo una pista abandonada, creando un paisaje muy parecido a un bosque de bambú. Y no eran ocalitos.
Salté un regato que se cruzaba en mi camino y pude comprobar que eran acacias de madera negra ( A. melanoxylon ).
Al poco rato comencé a ver ejemplares grandes y muchos de ellos quemados.
La primera vez que las vi fué en Asturias, donde tenían mala prensa incluso entre los acérrimos a plantar ocalitos. Decían que eran pirófitas y altamente invasoras. A la vista está que era cierto.
No costó mucho encontrar al dueño de la finca. En una cabaña al pié de la carretera veo un viejo con boina y cachava metiendo trastos en una furgoneta desportillada. Casi no le entiendo porque el perro que tiene atado con metro y medio de cadena nos taladra con un ladrido rabioso y machacón. Fué muy chocante ver cómo la expresión tan amable con la que me atendía desapareció al instante al volverse hacia el chucho: ¡CALLAAAA!
.
Me indica que le pregunte a Rufino, un poco más allá y subiendo por el camino de grija.
El camino de grija acababa en una cabaña vividora grande con coches en la puerta.
Conozco historias sobre el carácter desconfiado de los pasiegos. Muchísimas veces he oído decir de gente que para a preguntar por Mengano, están una hora hablando con un pasiego, y hasta que no le han contado toda su vida no te dice que Mengano es él, y si te lo dice. Me corroe la curiosidad en ese aspecto y salgo del coche esperando cualquier cosa, pero sin prejuicios y decidido a romper clichés: ¡ Muy buenas , venía a preguntarles una cosa ! .... Rufino y su hijo asienten, y nada más soltarles dos frases más ya me están diciendo que cruce la finca( cuidado con el pastor que está puesto), suba al monte por un camino que no logro ver desde allí, las mire, y si me sirven que corte la que más me guste.
Al poco rato, Rufino me alcanza y me lleva él mismo a buscarlas. Me escama un poco que se dirige en dirección contraria a donde está la masa principal, pero él insiste: << no, no, las acacias están por allí >>
Como le he dicho que prefería en principio cortar una seca, supongo que me lleva a una zona toda quemada, pues desde lejos no se ve verdear nada y la acacia melanoxylon es perenne.
Rufino tiene sesentaytantos y trepa como un koala. El camino que coge para subir al monte no lo veía desde su cabaña porque es minúsculo: algunas calvas en el talud donde apenas entra el pié y a escalar agarrándose a las hierbas porque si no te estorriegas.
Cuando llegamos a las acacias resulta que son robinias. Es lo que tienen los nombres comunes, que confunden. Volvemos a bajar por el despeñadero y nos dirigimos, esta vez si, hacia los "laureles silvestres" , que es como se llaman por aquí.
Cerca del linde de su finca hay unas cuantas estupendas y varias de ellas están secas y fáciles de sacar. Quedo con Rufino ( qué majo) en apear una o dos y llevarme lo que me valga. Los restos me insiste en que los tire por ahí mismo aunque por supuesto se los dejaré desramados en una pila por si algún dia necesita estacas o leña.
Al rato llamo a Nel por si le interesa la película. A él y a sus hermanos también les ha picado el gusanillo de hacer arcos y se les ha terminado la madera seca. Están todos los dias en casa de sus padres como castores rascando saúcos en verde, así que se apuntó a la faena sin dudarlo.
A las 4 salimos de nuevo para Selaya, esta vez con la motosierra bien afilada, la porra y las cuñas. Hay 35 minutos hasta el lugar del crimen y a las seis es de noche pero como soy un superdotado con la motosierra
nos sobrará tiempo. Haré estacas con acacias igual que un cocinero chino pica cebollas con dos cuchillos.
Por el camino le voy contando a Nel la operación. Como en el linde del monte hay varios ejemplares estupendos , podemos escoger cualquiera de ellos y tumbarle hacia el prao o cerca de manera muy cómoda. trabajo fácil, que dicen en las pelis de atracos.
Al salir del coche caemos en la cuenta de que la zona es muy umbría y anochecerá rápido. Aún así, tenemos entusiasmo de sobra porque es una faena divertida, interesante y en plena naturaleza.
Unos minutos más tarde y a unos 500 mts de bonito paseo nos encontramos contemplando las preciosísimas y rectísimas acacias. Nel está encantado de la vida al comprobar que sólo tienen ramas en la copa. Parece una especie con auto-poda , de las que van secándose y cayendo solas las ramas inferiores.
Al examinarla de cerca me preocupan las grietas que veo al arrancar la corteza. Puede que no lleguen al duramen, pero ya no nos parecen tan majas. Vamos hacia otra y lo mismo, la siguiente, igual... todas están ajadas de arriba a abajo. La operación se complica.
Empezamos a subir monte arriba por separado y en zig zag hasta que casi cumbreando, veo dos acacias gemelas que salen de la misma cepa. Una verde y la otra seca. Parece que la seca ha resistido más tiempo viva y es la única del monte que no está agrietada. ¡NEEEEL! ¡ESTAAA! ¡ESTA ES BUENAAAAA! Como 20 mts y 35cm de diámetro. No hay tiempo que perder. ¡Se nos echa la noche!
Hago la cuña, luego por detras..... y no cae. Le doy un poco más..... ¡ y no cede nada! Paro y vuelvo a mirar la inclinación. Está tan recta que no tiene caída natural para ningún sitio, pero tampoco es para que se complique tanto. Menuda cagada. Si sigo dándole por detrás, me cargo la bisagra y nos cae para cualquier lado
. Lo peor que podía pasar.
Con los cojoncios de corbata, corto un ocálito quemado y hago una cuña(no las hemos subido), la meto por el corte trasero y con una roca toquecito a toquecito mirando para arriba la incrusto todo lo que puedo. Un par de raspadas más de motosierra hicieron que cayese por fin (arbol vaa)
... pero no del todo pues se me desvía un pelín y queda engarbada contra otra cacacia
. Mecagüeen. Corto otro ocalito, hacemos palanca con él y conseguimos descalzarla hacia abajo para poder alcanzar a dar un segundo corte a 2 mts. Lo tengo que hacer de puntillas y con los brazos estirados a la altura de la cabeza
.
Por fin nuestra apea de 2 mts cae limpiamente y el resto se columpia por el aire ladera abajo hasta chocar contra las acacias donde se había quedado engarbada. Estaba de nuevo totalmente vertical, como si hubiese vuelto a nacer. Dejamos eso para el finde que viene y empezamos a empujar el madero monte abajo a través de zarzas, ramas secas, brinzales y malezas varias. Levantamos de una testa, lo ponemos vertical y ¡ hop ! lo dejamos caer unos metros. De esta sencilla manera, hop, hop, hop, hop, hop , abasnándolo todo a nuestro paso , y con algún que otro latigazo en los morros con las acacias jóvenes que íbamos aplastando
, lo transportamos hasta el límite del monte. Desde allí fué fácil lanzarlo hasta el prao, donde cayó con un ruido sordo y contundente.
Dando un buen rodeo, pues por allí no había forma de bajar, llegamos hasta el tronco, donde pudimos percatarnos de dos cosas. Primero, que había caído sobre el vallado de la finca, rompiendo de cuajo los tres alambres de espino y segundo, que no estábamos en la finca de Rufino, sino 300 mts más allá de su límite. Todavía viene otro paisano y nos corre.
Después de arreglar la cerca, comenzamos a darle a la porra y a las cuñas. Otro nuevo contratiempo. No había manera. Las cuñas rebotaban una y otra vez como si el tronco fuera de cuero macizo.
Esas malditas acacias llevaban toda la tarde complicándolo todo y ahora, como si no pudieran aguantarse más la risa y sabedoras de que estaban jodiéndonos la operación, nos escupían las cuñas en nuestras propias narices.
Estábamos ya hechos mierda tanto física como anímicamente y mirábamos aquel asqueroso tronco mudos y sin ideas
.
De repente me di cuenta de que estábamos en esa parte de la historia. Es justo esa parte en la que los protagonistas están a punto de morir o sucumbir a algo y de pronto sacan fuerzas de flaqueza resolviendo a poteósicamente la situación. Me vino a la cabeza el gran Daniel San, cuando rompió los seis hielos en Okinawa. Coloqué la cuña en el borde del madero y, mientras escuchaba al señor Miyagui decirme: , asesté el golpe y ¡ TCHAK !. Con tanta flipada me podía haber esporretado un dedo, pero no. La cuña se hundió, luego la segunda siguió su camino ¡ RAAK ! y con la tercera ¡ RAAAAAKK !
Había que salir cuanto antes de territorio comanche así que cargamos con pedazos de tronco todavía bastante pesados hasta la finca de Rufino. Por allí, el terreno era un lamizal y había que ir con cuidado porque te hundías , pero a pesar de las lesiones en mi rodilla, el tobillo de Nel, que pasamos la cuarentena y no hacemos deporte, chof, chof, chof, chof, llegamos hasta la parcela de Rufino como cohetes.
Tras saltar otra alambrada y una pared de piedra ya casi de noche, terminó nuestra recolecta de acacias. Ya sólo quedaba dividir los maderos en más partes( salieron siete estacas perfectas) y dar unos cuantos viajes hasta el coche.
De camino a casa, nos íbamos riendo de nuestra desgracia, al recordar cómo llegamos pensando que la acacia prácticamente iba a caer y a meterse casi ella sola hecha trozos al coche y sin embargo volvemos arañaos, destrozaos y acachanaos y aún así contentos ...
. Y es que en definitiva, las prisas no son buenas para nada, hacer arcos primitivos no es fácil y lo paleo en general, no es fácil. Si fuera fácil, se llamaría fútbol.. o algo así.