Está ubicada en el museo Marítimo de Barcelona, aunque supongo que será itinerante.
Sinceramente, me ha parecido un intento de mercantilizar la cultura. La exposición deja bastante que desear, le falta mucho rigor, descripciones sin el objeto, objetos sin descripciones, descripciones equivocadas (tengo una foto de un cazo al que llaman colador). Pero lo peor son dos videos proyectados de dos actores, doy por sentado que las vestimentas son correctas; pero en ambos casos no han cuidado nada los detalles, la chica usa una tablilla en la que escribe algo, la tablilla se ve perfectamente que es un trozo de contrachapado moderno y por las perforaciones de broca que se ven en la cara inferior ha sido usada como base para taladrar. En el video del chico, está amasando (por lo menos se le ve una cierta destreza) pero lo hace sobre una tabla en la que el canto se ve que es aglomerado de serrín. Me parece imperdonable esta falta de rigor, cuando hacemos recreaciones no nos permiten anacronismos semejantes.
Los 17 pavos por persona, no los merecen ni de lejos, la escusa es un espectáculo de realidad virtual, en el que con unas gafas tienes una experiencia asombrosa para los que nunca la hayan experimentado. La calidad de las imágenes que ves es deficiente en comparación a los videos juegos de hoy, pero el efecto inmersivo es tal que parece mismamente que paseas por Pompeya, las mazmorras y las arenas del circo.
Si bien la experiencia virtual, por ser la primera, nos impresionó, no pagaría ese dinero por repetir. El resto de la exposición es una comparsa del verdadero objetivo, que te pongas las gafas.
Me fui con una sensación agridulce, la realidad virtual está en pañales todavía, la exposición deja que desear y hay alguien que ha decidido hacer un fastculture (me lo acabo de inventar aunque no me extrañaría que el término ya exista) como modelo de negocio.
Salud.
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...entonces, el simio se puso en pié y cogió una roca...